jueves, 28 de enero de 2021

Karate con nostalgia ochentera

 Cobra kai

  El pasado 1 de enero Netflix tuvo a bien estrenar la tercera temporada de Cobra Kai, un gigantesco ejercicio de nostalgia que consiguió resucitar la mítica serie de películas de Karate Kid. Por si no estáis muy puestos en este fenómeno cinematográfico, Karate Kid es una archiconocida película de los años 80 en la que un humilde chaval adolescente recién llegado al barrio (Daniel LaRusso) sufre los abusos e impertinencias de los miembros del Cobra Kai (literalmente, asamblea de cobras); una escuela de artes marciales que defiende la máxima de “pegar primero, pegar más fuerte y sin piedad”.  Con la ayuda de los extraños métodos de un misterioso anciano, el señor Miyagi, LaRusso aprenderá a defenderse y logrará vencer en la final del Campeonato Local de karate a su gran enemigo, Johnny Lawrence, con la mítica patada de la grulla. Lo que en un inicio pretendía ser una película quinceañera más se convirtió en un fenómeno de masas que estrenó hasta cuatro secuelas en cine (la última, El nuevo Karate Kid, realmente horrenda) y un peculiar remake producido por el mismísimo Will Smith en 2010, en el que colocó a su hijo de protagonista y a Jackie Chang de maestro (en este caso de kung fu, no de karate).


   El caso es que en 2018, la gente de Youtube decidió volver a darle cuerda a la historia y no se les ocurrió nada mejor que continuarla, tal cual, con los mismos actores de la primera entrega… ¡34 años después! Toda la trama se desarrolla a través del punto de vista de Johnny Lawrence, un perdedor de casi cincuenta años que odia su trabajo, ha perdido la relación con su hijo y que añora de una forma enfermiza los años 80. En una de sus borracheras salva de casualidad a su vecino, Miguel Díaz, que está a punto de recibir una paliza de manos de unos compañeros de clase que le hacen la vida imposible. A partir de ese momento, Johnny visualiza que su misión en la vida es reconstruir el mítico dojo Cobra Kai para enseñar karate a jóvenes marginados que quieren sentirse más seguros. Mientras tanto, Daniel LaRusso (Ralph Macchio) que con los años se ha convertido en un empresario de éxito con una bonita familia y una casa en el barrio más lujoso de la ciudad,  contempla con horror el resurgir de una escuela de karate que para él supone el origen de todos los males y decide por ello resucitar el dojo Miyagi-do para impartir clases… ¡al hijo de Johnny Lawrence! Con este disparatado (y divertidísimo) punto de arranque, se desarrolla una ficción tan tópica que llega a parecer una parodia pero que, sorprendentemente, funciona a la perfección y que resulta muy divertida en pantalla.

Escena de la película original que repiten hasta en la sopa

   Las dos primeras temporadas (producidas también por Will Smith) se distribuyeron a través de la plataforma de pago de Youtube, pero ante el éxito que alcanzó por todo el mundo, Netflix decidió adquirir los derechos y darle continuidad. La tercera temporada es mucho más exagerada en todos los sentidos. Las tramas se retuercen, se recuperan aún más personajes de las tres películas originales (adquiere mucho protagonismo el  malo malísimo John Kreese, el ya anciano fundador del Cobra Kai original) y el resultado es un cúmulo de encontronazos, rencillas personales y decenas de situaciones disparatadas que afectan a una pareja de protagonistas incapaz de olvidar lo sucedido en los años 80. Junto a ellos, unos jóvenes de instituto desarrollan un odio visceral que acaban resolviendo en distintas fiestas típicas americanas con exceso de alcohol. Clichés a punta pala, pero dispuestos con un sentido del humor hilarante.  Sin duda, lo mejor de la serie es el personaje de Johnny Lawrence, interpretado por un William Zabka que, pese a tener una trayectoria cinematográfica más bien discreta brilla en cada capítulo. La construcción de su personaje es una risa continua: un cincuentón inmaduro que vive en 2018 ajeno a la era de Internet que le habla a los chavales como si fueran perros y que mantiene un odio irremediable a Daniel LaRusso y su vida idílica.  Su forma de arrastrarse por el fango genera una empatía irresistible, desde el primer capítulo, aunque todos los personajes mantienen una continua evolución que todavía se complica más en los últimos capítulos de esta  temporada. 

Los personajes hace 35 años y en la serie actual
  

   El espíritu de la saga original Karate Kid se mantiene a la perfección y sus referentes rebosan a lo largo de cada temporada (el mismo señor Miyagi y el entrenamiento con los coches de “dar cera y pulir cera” es parte de la historia de la cultura popular). Puede que el “dominio” de las artes marciales de algunos personajes sea casi de risa (Macchio sigue sin haber aprendido nada de karate 40 años después) y que algunas escenas de instituto sean menos originales que una camiseta de mercadillo, pero los diálogos son para partirse y los capítulos se hacen muy cortos (en parte porque son muy cortos). En definitiva, se trata de una serie muy recomendable para devorarla de un tirón sin calentarse la cabeza. Eso sí, igual a los amantes del karate les parece una gilipollez integral (aunque, paradójicamente, las películas originales popularizaron mucho este deporte hace 30 años). Ya tiene confirmada una cuarta temporada, pero habrá que esperar hasta 2022. Una pena.

Imagen promocional de la tercera temporada

 

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