miércoles, 18 de diciembre de 2019

La mirada apreciativa

La mirada apreciativa:
cómo nuestra mirada condiciona las posibilidades de realización de otros

«Trata a un ser humano como es y seguirá siendo así, pero trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que esté llamado a ser.»

Esta frase, pronunciada por Goethe, resumiría la definición de mirada apreciativa, un nuevo concepto relacionado con la psicología positiva y del que Alex Rovira, afamado escritor español, habla mucho en sus libros y conferencias.
Lo que este concepto defiende es el hecho de que los seres humanos nos convertimos en aquello que creemos ser y lo que cada uno de nosotros creemos ser viene, en multitud de ocasiones, determinado por aquello que nos han hecho creer que somos. Partiendo de esta base, la mirada apreciativa trata, según Alex Rovira, de dejar de valorar a las personas por su trayectoria o su situación actual y pasar a apreciarlas por el potencial o talento que todo ser humano tiene. Y esto ¿por qué habría que hacerlo? La razón principal es porque cuando crees en alguien, cuando confías en sus capacidades y refuerzas sus fortalezas, le acompañas, le apoyas en los momentos de decaimiento y le ayudas a levantarse una y otra vez hasta que cada vez cae menos y cada vez necesita menos ayuda de otros, convirtiéndose así en una persona independiente y autónoma.
Por qué es tan importante cómo miras a tu hijo. Álex Rovira, escritor y divulgador
Para justificar la importancia de este concepto, se podrían poner muchos ejemplos, pero uno de los más impactantes se encuentra en la historia del hijo de Kenzaburo Oe, gran escritor japonés galardonado con el Nobel de literatura en 1994, cuyo hijo se convirtió en uno de los mejores compositores de música clásica del mundo gracias a la mirada apreciativa de sus padres. 
La historia comienza en 1962, cuando «Yukari Itami, la mujer del escritor, se quedó embarazada del que iba a ser el primer hijo de la pareja. El niño nació con hidrocefalia. Su única posibilidad de supervivencia pasaba por practicarle una intervención que los propios médicos desaconsejaron, ya que la operación implicaba seccionar una parte de su cerebro, lo que le causaría daños severos e irreversibles. Kenzaburo era de la misma opinión que los médicos, pero la madre no: afirmó que prefería suicidarse antes que perder a su hijo. Fue entonces cuando el escritor vivió una experiencia que le hizo cambiar de opinión: se fue a Hiroshima para escribir un artículo sobre los médicos que trataban a las víctimas de la radiación y allí fue consciente de cómo estas personas eran capaces de superar el dolor y la adversidad para seguir viviendo.» (http://lateralidad.com/la-fascinante-historia-del-nino-autista-que-hoy-es-un-gran-compositor/)
Cuando el escritor volvió a casa, le contó todo esto a su mujer y decidieron seguir adelante con el embarazo. Al poco de nacer, «operaron a Hikari y el niño sobrevivió a la intervención, pero con graves secuelas permanentes: epilepsia, autismo y problemas importantes de visión y motricidad. El niño no hablaba, no se comunicaba de ninguna forma y apenas se movía», pero sus padres mantenían la esperanza de que en él había un talento oculto, algo en lo que Hikari podía destacar.
 «Un día, la madre se percató de que Hikari mostraba alguna respuesta cuando oía cantar a los pájaros, así que le compraron un disco en el que se catalogaba el trino de unas 70 aves diferentes. Un tiempo después, Hikari pronunció su primera palabra: fue en un parque, al oír el canto de un pájaro. Dijo el nombre del pájaro. Había memorizado e identificado todos los sonidos del disco. Sus padres se dieron cuenta de que también identificaba composiciones musicales, así que buscaron una profesora de música para su hijo. Y aquí es donde aparece otra persona que también resulta ser clave en esta historia: la profesora Tamura. Primero le enseñó melodías sencillas que él pudiera repetir con un dedo en el piano, pero pronto se dio cuenta de que Hikari aprendía muy rápido, por lo que decidió dejar de dar clase a sus otros alumnos para concentrase en el trabajo que estaba haciendo con él. Hikari aprendió solfeo y notación musical, y a tocar el piano. Y empezó a componer sus propias piezas musicales.»
Hoy en día, Hikari es uno de los artistas de música clásica más vendidos en el mundo; de su primer álbum, cuando tenía 17 años ya se vendieron más de 80.000 copias.
En esta historia queda claro cómo la mirada apreciativa de estos padres, su empeño en encontrar un talento en su hijo, al que los médicos consideraban como casi un vegetal, fue lo que hizo que este niño llegase a ser lo que estaba llamado a ser.

Por ello, como seres humanos, hemos de aprender a utilizar esa mirada sin juicios con todos aquellos que aparecen en nuestra vida, porque no somos conscientes de la capacidad que tenemos de poder transformar a los demás.
En esta historia queda claro cómo la mirada apreciativa de estos padres, su empeño en encontrar un talento en su hijo, al que los médicos consideraban como casi un vegetal, fue lo que hizo que este niño llegase a ser lo que estaba llamado a ser.
Por ello, como seres humanos, hemos de aprender a utilizar esa mirada sin juicios con todos aquellos que aparecen en nuestra vida, porque no somos conscientes de la capacidad que tenemos de poder transformar a los demás.


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