domingo, 7 de enero de 2018

La otra mirada: elogio de la eutrapelia

Frente al endiosamiento del activismo en el momento actual que vivimos, el artículo propone mirar la relevancia del descanso y el reposo en vistas a un mejor hacer.
 Parece que el ritmo que lleva el hombre de hoy sumergido en el llamado quehacer diario le ha sometido a la dictadura de las rutinas y a la rueda de unas recurrentes obligaciones en vistas a la omnipresente exigencia de la productividad contemporánea.

Las declaraciones de una alta política española en referencia a las vacaciones y a los días de descanso considerándolos como "una cosa muy buena" pero que “no tienen que ser una obligación sino una opción voluntaria", nos van a servir como excusa para nuestra otra mirada plasmada en este artículo. Nuestro punto de partida debemos situarlo en el reconocimiento de que la historia del pensamiento filosófico y cultural representa el camino que el homo sapiens ha realizado y donde ha expresado sus diferentes reflexiones que construyen su horizonte de sentido; aquello que da significado a su devenir.

 La primera aproximación bibliográfica para desentrañar nuestro tema nos la va a ofrecer Aristóteles (384 a. C.):

La actividad más preferible para cada hombre, será, entonces, la que está de acuerdo con su propio modo se ser, y para el hombre bueno será la actividad de acuerdo con la virtud. (...) porque la diversión es como un descanso, y como los hombres no pueden estar trabajando continuamente, necesitan descanso. El descanso, por tanto, no es un fin, porque tiene lugar a causa de la actividad. La vida feliz, por otra parte, se considera que es la vida conforme a la virtud, y esta vida tiene lugar en el esfuerzo, no en la diversión.
( Aristóteles, Ética Nicomáquea, libro X, 1176b 25, 1177a 5.)

 Aristóteles es el autor del tratado de ética de mayor repercusión de cuantos se han escrito. En su célebre obra citada se centra en el problema de la felicidad, de la “vida buena” para el hombre. La conclusión reflexiva a la que nos conduce es a reconocer que la esencia de la felicidad radica en aquella actividad del alma conforme a la virtud. La ética de la virtud de Aristóteles hay que situarla en su célebre doctrina de la mesostés o “justo medio”. La clave para alcanzar la virtud siempre estará en el término medio entre el exceso y el defecto de alguna cosa relativa a cada uno, esto es, a su circunstancia. De este modo, atendiendo a nuestro tema, se puede entender que Aristóteles sale al paso de quienes condenan toda actividad ociosa, señalando que la eutrapelia es la virtud, el término medio entre el espíritu de relajación lúdica frente al exceso de seriedad y laboriosidad. Hay que entender, por tanto, que se sitúa en lo que puede entenderse como diversión ordenada.

 Ahora, será el consejo del Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino (1225), el que se ha de escuchar para advertir la importancia del asunto que nos interpela:

 Quiero que seas indulgente contigo mismo, porque conviene que el sabio relaje de vez en vez el rigor de su aplicación a las cosas que debe hacer. Ahora bien: esta relajación del ánimo respecto de las cosas que deben hacerse se realiza mediante palabras y acciones de recreo. Luego conviene que el sabio y el virtuoso recurran a ellas alguna vez. El Filósofo, por su parte, pone una virtud que se ocupa de los juegos, que él llama eutrapelia y que nosotros podemos llamar alegría.
(Santo Tomás de Aquino, Suma de Teología, II-II, q. 168, a. 3)

Mientras tanto, en nuestro presente, parece que la dictadura de los mercados y el poder de la economía han forjado un nuevo paradigma socio-cultural que concibe el mundo bajo el imperio de la praxis, la acción y la producción mercantilista. La categoría de dominación ha venido expresándose en el concepto de “razón instrumental”. Ha sido el nuevo credo positivista y su razón instrumental la que ha generando que el hombre contemporáneo haya perdido la conexión con la tradición viva, como la que estamos citando; la que ha servido de referente explicativo de las verdades clásicas. Ahora, el sujeto pensante se ha convertido en individuo al servicio de la razón práctica y tecnológica, donde el criterio reinante para el pragmatismo contemporáneo es definido por “lo racional es lo útil”.
 Debemos terminar, y no podemos hacerlo sin lamentar que toda esta reflexión es lo que permite al hombre de hoy valorar cuestiones tan humanas desde la mirada de la filosofía y la teología. Ambas materias están maltratadas en nuestros sistemas educativos. Parece que la reflexión y el pensamiento crítico no interesan, puesto que puede cuestionar discursos tan insustanciales como las declaraciones que dieron origen a este artículo. Y por último, escuchando a toda la tradición del pensamiento filosófico y teológico podemos concluir que el descanso (la eutrapelia) es una actividad lícita, y aún necesaria, no tanto como fin en sí misma, sino ordenada a una mejor acción. Pero además, ¡si el mismo Dios creador al séptimo día descansó!

Pedro Zapater García
Educador Colegio Tilo

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