martes, 27 de febrero de 2018

Tiempos eufemísticos

Se cumple un año de la muerte del sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman (1925-2017) y este aniversario nos sirve para llevar a cabo una reflexión sobre la fotografía de la realidad que dibujó con los  “tiempos líquidos” que vivimos.


El mundo gira a una velocidad vertiginosa. Aquella sociedad sólida que se basaba en la seguridad de ciertos contenidos y valores ha devenido en una sociedad líquida. El rostro de esta sociedad es el de la incertidumbre, la inseguridad y aquel relativismo de valores donde la máxima de Protágoras “el hombre es la medida de todas las cosas”, parece ser la norma más instaurada.


En nuestro tiempo, hay una actitud vital invasora constreñida en el concepto de “posverdad” que está extendiéndose como la aceptación de que la apariencia de los hechos es más importante que los hechos en sí. Como se ve, es el eufemismo de nuestra mentira de siempre.

Hoy se vive con la certeza de que el “yo” funda la realidad. Ya se han evaporado aquellas profundas cavilaciones de otros tiempos donde los pensantes valoraban si la realidad existe ajena a mi conciencia. En rigor, el punto de partida del pensamiento moderno es que existe mi realidad, la que yo creo. Todo lo demás es pura patraña.

Lo que importa en estos tiempos frágiles ya no es la verdad;  pero ¿qué es la verdad? Hoy resulta mucho más difícil existir con toda la carga metafísica de antaño y por eso se antoja más fácil vivir exaltando emociones, pensamientos, ideas y mundos personales que se fabrican bajo el embuste de los eufemismos. Estos no son sino creaciones mentales en formatos lingüísticos con una intencionalidad de ocultar, camuflar y aparentar una realidad distinta a la que es. La mentira campa a sus anchas. Hoy se prima el lenguaje políticamente correcto frente al discurso que desmonta el discurso encubridor.

He aquí algunos de los formatos encubridores que nos hemos dado para esconder evidencias y realidades bajo unas palabras combinadas que enmascaran la fragilidad de sus verdades: “brotes verdes”, “cese temporal de la convivencia”, “desaceleración”, “crecimiento económico negativo”, “obsolescencia programada”, “prisión permanente revisable”, “divergencia funcional”, “interrupción voluntaria del embarazo”, “segmento lúdico”, “indemnización en diferido en forma de simulación”, “detención ilegal”, “gravamen”, “flexibilizar el mercado de trabajo”, “ataque preventivo”, “persona en riesgo de exclusión social”,…y podría ser una lista interminable. ¡Maldita confusión la del “postureo” actual!

Lo más lamentable de este asunto es constatar como todos nos hemos dejado invadir por esta práctica, quizá por el miedo a no ser aceptados, reconocidos o a ser señalados por usar un lenguaje tan transparente como subversivo y políticamente incorrecto. Ya se sabe, hablar como nuestros padres donde se decía al pan pan y al vino vino se ha convertido en un deporte de alto riesgo en esta sociedad light.

No hay duda de que estamos encerrados en la jaula del lenguaje. Hoy lo tendría muy complicado el primer Wittgenstein para concebir su teoría de la relación isomórfica entre lenguaje y realidad. No hay nada más extraño a nuestro lenguaje que la realidad que trata de representar. Adiós, me voy a echar los residuos sólidos urbanos”.

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