Se
cumple un año de la muerte del sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman (1925-2017) y este aniversario nos sirve para llevar
a cabo una reflexión sobre la fotografía de la realidad que dibujó con los “tiempos
líquidos” que vivimos.
El
mundo gira a una velocidad vertiginosa. Aquella sociedad sólida que se basaba
en la seguridad de ciertos contenidos y valores ha devenido en una sociedad
líquida. El rostro de esta sociedad es el de la incertidumbre, la inseguridad y
aquel relativismo de valores donde la máxima de Protágoras “el hombre es la medida de todas las cosas”, parece ser
la norma más instaurada.
En
nuestro tiempo, hay una actitud vital invasora constreñida en el concepto de “posverdad” que está extendiéndose como
la aceptación de que la apariencia de los hechos es más importante que los
hechos en sí. Como se ve, es el eufemismo de nuestra mentira de siempre.
Hoy
se vive con la certeza de que el “yo” funda la realidad. Ya se han evaporado
aquellas profundas cavilaciones de otros tiempos donde los pensantes valoraban
si la realidad existe ajena a mi conciencia. En rigor, el punto de partida del
pensamiento moderno es que existe mi realidad, la que yo creo. Todo lo demás es
pura patraña.
Lo que importa en estos tiempos frágiles ya no es la
verdad; pero ¿qué
es la verdad? Hoy resulta mucho más difícil existir con toda la carga
metafísica de antaño y por eso se antoja más fácil vivir exaltando emociones,
pensamientos, ideas y mundos personales que se fabrican bajo el embuste de los eufemismos. Estos no son
sino creaciones mentales en formatos lingüísticos con una intencionalidad de
ocultar, camuflar y aparentar una realidad distinta a la que es. La mentira
campa a sus anchas. Hoy se prima el lenguaje políticamente correcto frente al
discurso que desmonta el discurso encubridor.
He
aquí algunos de los formatos
encubridores que nos hemos dado para esconder evidencias y realidades bajo
unas palabras combinadas que enmascaran
la fragilidad de sus verdades: “brotes verdes”, “cese temporal de la
convivencia”, “desaceleración”, “crecimiento económico negativo”, “obsolescencia
programada”, “prisión permanente revisable”, “divergencia funcional”,
“interrupción voluntaria del embarazo”, “segmento lúdico”, “indemnización en diferido
en forma de simulación”, “detención ilegal”, “gravamen”, “flexibilizar el
mercado de trabajo”, “ataque preventivo”, “persona en riesgo de exclusión
social”,…y podría ser una lista interminable. ¡Maldita confusión la del
“postureo” actual!
Lo
más lamentable de este asunto es constatar como todos nos hemos dejado invadir por esta práctica, quizá por el
miedo a no ser aceptados, reconocidos o a ser señalados por usar un lenguaje
tan transparente como subversivo y políticamente incorrecto. Ya se sabe, hablar
como nuestros padres donde se decía al pan pan y al vino vino se ha convertido en un deporte de alto riesgo en
esta sociedad light.
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