Creo
que un buen modo de comenzar es presentarse. Mi nombre es David
Rosado y estoy cursando el primer curso del grado superior de
Coordinación de Emergencias y Protección Civil. En mis ratos libres
me encanta hacer deporte. Estoy convencido de que si voy a
incorporarme en un mundo laboral relacionado con las emergencias, es
importante estar en forma para llevar a cabo cualquier intervención
con las suficientes garantías físicas.
Pero
no quería hablar de esto sino de una afición o práctica que me
gusta mucho y que creo que está en relación con todo lo anterior,
puesto que no solo hay que atender la parte más física. Bueno, me
refiero a la lectura. Me gustaría compartir con todos los que lean
la revista UNI-K unas lecturas que hace tiempo descubrí y con las
que he disfrutado y sigo haciéndolo. Se trata de los libros de la
llamada filosofía estoica. El estoicismo es una de las dos grandes
escuelas filosóficas del período helenístico (s. IV) junto con el
epicureísmo.
Es
verdad que yo no soy un experto en filosofía pero he descubierto que
en los textos que leo de estas corrientes de pensamiento se concentra
lo que bien podría llamarse la sabiduría perenne. ¿Qué quiere
decir esto? Que ambas escuelas se proponen buscar una filosofía
práctica que valga no solo en tanto que conocimiento mismo, sino
como fundamento para asentar en él un sistema filosófico que
pretenda acercar al ser humano a un tipo de vida libre y feliz, que
además consideran que es el propio del sabio. Por esta razón, estos
textos enganchan tanto. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez cómo
conseguir una vida feliz? ¿Quién no se ha angustiado por algo que
no depende de uno mismo? Toda la humanidad desde siempre se ha
preocupado por alcanzar la felicidad, la dicha, la serenidad, la
bienaventuranza, etc. La reflexión profunda que ambas escuelas hacen
del sentido de la vida del ser humano, podría decir que es lo que
más me inquieta y despierta mi curiosidad.
Entre
las lecturas que he realizado está el Manual
de vida
de Epícteto
(55-135 d.C.). Este
autor fue un esclavo y su pensamiento tiene como objetivo alcanzar la
serenidad mental, aquella que los griegos llamaba ataraxia o
imperturbabilidad del alma. La fórmula que propone para ello es de
lo más simple: somos responsables de lo que sentimos y pensamos. El
gran principio de la filosofía de Epícteto consiste en dividir las
coas en dos grupos: aquellas que se hallan en nuestro poder
(opiniones, deseos, impulsos y aversiones) y las que no se hallan en
nuestro poder (cuerpo, parientes, propiedades, reputación, etc).
Así
lo dice el autor:
La
felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un
principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo
tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber apredndido a
distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán
posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior
(pág. 15 Epícteto, Manual,
2005).
Recordemos,
también, que si pensamos que podemos llevar las riendas de cosas que
por naturaleza escapan a nuestro control, o si intentamos adoptar los
asuntos de otros como propios, nuestros esfuerzos se verán
desbaratados y nos convertiremos en personas frustradas, ansiosas y
criticonas (p.
16-17).
No
se trata tanto de qué estás haciendo como de cómo lo estás
haciendo. Mientras comprendamos correctamente este principio y
vivamos con arreglo al mismo, aunque surjan dificultades (pues
también forman parte del orden divino), la paz interior seguirá
siendo posible (p.
22).
Por
otra parte están las Meditaciones de Marco Aurelio
(170-180 d.C.), otro de los grandes estoicos. Apodado “el
Sabio”, fue emperador de Roma y se le reconoce como un gran
gobernante, considerado el último de los llamados “cinco buenos
emperadores”. Lo que destacaría de este atractivo libro es que
está escrito en forma de máximas, sentencias y reflexiones
compuestas y se lee muy fácil.
Una de las
características del pensamiento de Marco Aurelio que más puede
destacarse es la insistencia con que se expone y se reitera la
caducidad de las cosas, su paso inexorable, su monotonía, su
insignificancia y su nulidad sustancial. Podríamos decir que su
núcleo reside en una reflexión serena sobre la vida y la muerte.
Aquí algunas de sus citas que más me gustaron:
En
ningún lugar encuentra el hombre refugio más apacible, más
tanquilo, que en su propia alma (...) y lo que yo llamo libertad de
espíritu no es otra cosa que el estado de un alma bien ordenada
(Marco Aurelio, Meditaciones,
libro IV, 3 ).
Tenemos
cuerpo, alma, inteligencia. Del cuerpo son las sensaciones; del alma,
los instintos; de la inteligencia, los principios
(libro III, 16).
¿Qué
hay, pues, que nos pueda llevar al salvamento? Una sola y única
cosa: la filosofía. Y ésta consiste en conservar el dios interior
sin ultraje ni daño (...)
(Libro II, 17).
No
te dejes arrastar por el torbellino de las pasiones; antes bien, a
todo ímpetu del instinto, ofrece lo que de justicia le toca; ante
toda aprensión de la fantasía, conserva la facultad de pensar
(Libro IV, 22).
Hasta
aquí las referencias de los dos autores que he querido comentar.
Podrían ser muchas más pero conviene no agotar al personal.
Solamente
querría terminar invitando a todos a que se acerquen a esta
corriente de pensamiento llamada estoicismo, es una filosofía
asequible y entendible por todos. Está claro que todos deseamos de
una o de otra forma la felicidad. Estos dos libros pueden apuntar
caminos e ideas para bienaventurarse en este viaje personal.
David Rosado Blasco
1º
Coord. Emergencias y Protección Civil
Colegio
Tilo
Muy buen articulo, se nota que usted tiene unos conocimientos amplios en este sector cultural. Espero mas artículos de usted, me gustaría que escribiera sobre Slavoj Žižek.
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