Aunque
ya nadie duda del interés y valor de una buena cultura del deporte en aras de
una educación integral, conviene recordar que el juego, el deporte y la actividad física en cualquiera de sus modalidades es
uno de los medios más eficaces para educar. El homo ludens (Johan Huizinga, 1972) que todos llevamos dentro necesita de ese espacio de
esparcimiento, ese momento de liberación que el juego permite y que se reconoce
como un lugar privilegiado para una educación humanizadora. El deporte puede
ayudar al crecimiento y al bienestar físico y psíquico.
Es evidente que el deporte y la actividad física no
es la panacea en la educación; pero no menos cierto es que su beneficio no es
sólo físico, no sólo nos ayuda a estar en forma físicamente, sino que también
nos ayuda a estar en forma mental y socialmente.
Son
múltiples los beneficios que el deporte y el ejercicio aportan a la persona que los
practica, entre los más importantes: promover el desarrollo e integración
social, generar sentido de pertenencia (equipos, clubes), formar en valores y
virtudes, ayudar a la convivencia, elevar la autoestima, forjar la disciplina,
reducir el estrés, iniciar pautas conductuales hacia una vida sana, prevenir
ciertas enfermedades, ayudar a mejorar la postura corporal, mejorar el
acondicionamiento físico y estimular nuestro cerebro.
La antropología contemporánea presenta una
concepción unitaria del ser humano; considera al cuerpo no como una parte o
dimensión del mismo, sino como expresión y presencia del hombre total, esto es,
como un modo fundamental de ser y de realizar la propia vida personal. Desde
esta mirada, el cuerpo no se presenta como un conglomerado de átomos, sino como
la presencia de todo el hombre. El ser
humano no “tiene” un cuerpo, sino que “es” cuerpo, es decir, existe
corporalmente (Gevaert, 1971). De esa unidad que somos los seres humanos vamos
a hablar un poco y a señalar la importancia de una actividad como es el
ejercicio y su relevancia en el conjunto de la persona.
Desde
la conocida expresión latina “mens sana
in corpore sano” de Juvenal en sus Sátiras han pasado ya veinte siglos; sin
embargo, sigue tan actual como entonces y más si cabe tras los recientes
hallazgos de la comunidad científica. (Por
cierto, abrimos este paréntesis para encuadrar mejor la cita que decía así en
latín ‘Orandum est
ut sit mens sana in corpore sano’, en nuestro castellano:
Debemos orar por una
mente sana en un cuerpo sano. Es evidente que la formación integral de aquella
civilización del siglo I consideraba y daba un estricto valor y gran importancia a la formación intelectual, atlética y espiritual del individuo (mente, cuerpo
y alma).
También hoy se reconoce como evidente la conexión entre salud física y mental;
pero además los últimos descubrimientos científicos basados en la observación
de los efectos positivos del ejercicio físico sobre el cerebro confirman que el
ejercicio produce una gran variedad de efectos sobre el cerebro. El ejercicio
es importante para mantener la capacidad intelectual, para protegernos frente a
enfermedades neurodegenerativas e incluso para ayudar a disminuir el impacto de
algunas enfermedades.
Los diferentes experimentos y observaciones realizadas
confirman que la actividad física favorece el mantenimiento de la salud de
nuestras neuronas. De una manera sencilla se puede decir que al mover el cuerpo se activan amplias zonas
cerebrales. Ya en 1995 se publicó un estudio en la revista Nature que
referenciaba las acciones sobre el cerebro como efecto del ejercicio físico.
Recientemente se está prestando mayor atención a la conexión ente ejercicio y
funcionamiento cerebral. De hecho, los estudios más recientes vinculan los
efectos beneficiosos que la actividad física tiene sobre nuestro cerebro. Que
el cerebro continua formando neuronas a lo largo de toda la vida es una
evidencia científica, y que la práctica del deporte favorece esa generación de
neuronas también. Además, el ejercicio mantiene vivos a grupos neuronales que
son esenciales para la vida.
En
las modernas técnicas de experimentación se ha observado que el ejercicio físico regula la segregación
de tres neurotransmisores asociados a una buena salud mental. Estas
sustancias son la dopamina, la serotonina
y norepinefrina. Del mismo modo, en los diferentes experimentos realizados
se ha confirmado que hacer ejercicio
estimula la memoria y las funciones ejecutivas del lóbulo frontal,
responsable de los procesos cognitivos complejos o funciones ejecutivas , como
la atención, la memoria de trabajo o el control conductual.
Podríamos
concluir subrayando que la realización del ejercicio físico no solo es
beneficioso para mantener un cuerpo atlético sino también para cuidar nuestro
cerebro y que éste se encuentre sano, así como prevenir enfermedades
neurodegenerativas. Hacer deporte
favorece los procesos de excitabilidad neuronal y de plasticidad sinàptica.
Esta neuroplasticidad es la asombrosa maleabilidad
que el cerebro tiene en la comunicación entre la neuronas en orden a adaptarse
a la diversidad del entorno y a la necesidad de dar la mejor respuesta posible;
por esta razón incide en la mejora de las funciones cognitivas.
En el entorno que vivimos
en el Complejo Educativo de Cheste, tenemos las mejores circunstancias y
ocasión para favorecer que nuestro
cerebro tenga una salud de hierro y que
nuestro estudio sea eficaz porque lo preparamos con una adecuada actividad
física. Ahora ya lo sabes, si quieres gozar de buena salud y conseguir un
estudio eficiente y éxitoso, comienza por hacer deporte.
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